Si hay una comparsa de la que seguro Martínez Ares no tiene
un buen recuerdo es de “La Milagrosa” por todo lo que sucedió en el año 2000 en
el que él y su comparsa fueron diana de muchas mofas y críticas. Una comparsa
que no llegó al nivel esperado por uno de los mejores escritores de la historia
del COAC. Ya sea por un motivo o por otro, ese año dio la sensación que lo que
cantase la comparsa sobre las tablas de poco importaba, pero lo cierto es que
puede ser la comparsa de Martínez Ares que más llenó letras de duras críticas.
De bien es sabido que Martínez Ares nunca ha tenido pelos en
la lengua para decir y escribir lo que pensaba. De su largo currículum podemos
sacar muchísimas letras con una crítica que cada año parece que hace más falta
en el COAC. Pero puede ser que en una comparsa se centró especialmente esas
ganas de hacer volar su pluma y señalar con dedo firme a quien quería
dirigirse.
Por eso en esta ocasión quería pararme en la comparsa “La
Milagrosa”, la cual tiene un repertorio lleno de críticas claras y duras, que
tal vez, por ser considerada como una de las más flojas del niño coplero, pasan
desapercibidas.
Antes de comenzar decir que cualquier letra se siente más
cuando sale de la voz de Carli Brihuela, Fali Vila y Fernandi.
- Un milagro para Cádiz.
En esta letra critica a todos los políticos que maltratan y
se ríen de la tacita de plata, resaltando de cómo malgastan dinero
necesitándolo para otras cosas más importantes. Según Ares, están matando los
años de historia de la ciudad. Cierra la letra diciendo que acabaremos
comiéndonos la chulería y con un rotundo “Tacita de plata, donde viven como
ratas y votan como borrego”.
- Un milagro a cuatro columnas.
Durísima crítica al Diario de Cádiz jugando a que él hace
una adivinanza y va dando pistas para saber a quién se refiere. Entre otras
“pistas”, Martínez Ares deja lindezas como que va cambiando según el partido
político que gobierna, que al que quieren lo vuelven un desgraciado, que no
aguanta a los que escriben comparsas, que en su silla se sentaron chupatintas y
borrachos o que se ríe de Cádiz entero.
- Un milagro para Andalucía.
Martínez Ares siempre ha tenido a Andalucía muy presente en
sus letras, pero ese año (junto a la del año anterior en Los Templarios) supo
dar donde más duele. Escenifica a Andalucía como un torro siempre sangrando, un
chiquillo harto de churretes o un wáter para catorce en el barrio de la Viña.
Una de las críticas más duras a la situación de Andalucía que acaba resumiendo
como “la pena penita pena”.
- Un milagro para Antonio.
Ni el propio Martínez Ares se salvó ese año de ser blanco de
su pluma. Una letra donde recuerda otras letras pasadas que le han creado algún
que otro problema. Algunos buenos piropos que él mismo se dedica es que le van
a dar un carajo de la Caleta en vez de un busto de poeta. Fuerte crítica en la
que él mismo se dice que acabará cayendo por decir cada cosa por su nombre.
- Nunca habrá un milagro para ti.
Letra no escuchada en el Gran Teatro Falla y dedicada al
fallecido dictador Pinochet. Con un lenguaje duro incluyendo palabras como
“hijo de puta” o “cabrón”, el autor le recuerda sus fechorías, y que a pesar de
ser ya mayor (por aquel entonces) seguía dando miedo. Con un “ojalá”, Martínez
Ares le desea ciertas cosas que cierra con la frase “bailaremos en tu tumba
nosotros y nuestros muertos”.
- Un milagro para mi amor.
Ciertamente no es un pasodoble de crítica como los
anteriores, ya que está dedicado al amor que le tiene a su marinera, pero
incluso ahí, no deja pasar la oportunidad para darle un pequeño “rapapolvo” al
Rey, la Iglesia o los curas.
- Un milagro para la alcaldesa.
La letra reservada para la final (y que ya hablé en un post
anterior) a la alcaldesa de Cádiz es la última crítica que tenía preparada
Martínez Ares para ese año. En esta letra habla de boca de la alcaldesa en una
conversación con Aznar en la que cuenta la situación de Cádiz, en la que ella
al parecer no está feliz, por lo que finalmente le pide al que fue presidente
del gobierno que le eche un cable para ser presidenta de Andalucía y que Cádiz
se pudra con coros y chirigotas.
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